lunes, 15 de diciembre de 2014

La decisión más difícil de comunicar: "Dejé de consumir carnes"


Quizás sea más sencillo y ¿aceptable? contar que ahorcamos o incineramos a algún familiar cercano, que robamos millones de dólares de un banco sin necesidad alguna, que formamos parte de un grupo de Al Qaeda o tal vez confesarle a nuestra pareja que le fuimos o somos infiel. Imaginemos la situación: la persona que lo anuncia con algún familiar, amigo, vecino, conocido, quien sea; si estamos en nuestra propia casa, el escenario es el comedor de la casa, sentados uno frente al otro o si no la habitación de tu mejor amigo, la vereda, entre otros. De fondo suena música de suspenso y entre los reunidos surgen miradas de desconcierto pero al mismo tiempo desafiantes... toda una película. Ahora, la pregunta es ¿qué es lo que ha hecho que algo tan normal se piense así aunque sea por un momento? Suena a la preparación de una especie de ritual satánico. 

Una de las frases que un alto porcentaje de padres y madres nunca quisiera escuchar de la boca de su hij@ es "Má, Pá... no voy a comer más carne". Tal cosa se transforma en un miedo infundado por parte de los progenitores al igual que siglos atrás lo era tener hijos sin casarse, decirle a tu padre -el abogado o médico más prestigioso del pueblo- que cuando terminaras el colegio querías estudiar Bellas Artes o, hasta no hace tantos años, expresarle a mamá y papá que te atraían personas del mismo sexo.

Nuestra cultura plagada tanto de creencias, costumbres y modos de vida valiosos pero así también superpoblada de estigmas y cuestiones que no deben ¿respetarse? al pie de la letra, nos inunda y  hace sentir como los subversivos del modelo actual. Por otro lado, discutimos y peleamos por nuestros derechos: de expresarnos, de opinar distinto o actuar de determinada forma siempre y cuando se respeten ciertas normas morales. Está claro que lo cultural influye, pero... ¿la diversidad de pensamientos o ideas no es también una característica de la misma sociedad? 

Después de "la gran noticia", llega la innumerable lista de preguntas, teorías o conclusiones pelotudas incoherentes sin fundamentos de las cuales siempre dudamos si están dirigidas a nosotros mismos con buenas (por desconocimiento absoluto del tema) o por malas (en calidad de ofensa hacia el prójimo) intenciones. Algunas pueden ser: 

El padre y/o madre: 'Hij@, ¿estás bien? ¿qué es lo que te pasa o molesta? ¿sos feliz? ¿no queres una consulta con un psicólogo?'  

El/la herman@: '¿Mijo? ¡eso es para pájaros!'

El abuelo: 'Pero nen@, ¿cómo no vas a comer carne? la vaca, el pollo y todos esos animalitos se hicieron para eso.' 

La abuela: 'Mi tesorito, ¿por qué no vas a tomar leche de la vaca? ¿¡no ves que si no explota la pobre!? lo mismo con la gallina que tiene que poner los huevos sí o sí' 

El tío: 'Ehhh, ¡no me vas a decir que no vas a comer la costillita jugosa que te hago!' 

La tía (preocupada): '¿Las proteínas de dónde las sacas?'

El/la prim@: '¿Leche de almendras?... ¡qué asco!' 

La/el sobrinito: Pero tí@, ¿a las plantitas no les duele también?

L@s amig@s (aparentemente incondicionales) se dividen según el sexo de la persona a la cual creen 'loca':

Si sos hombre: 'sos un puto'
Si sos mujer: '¡histérica!', '¡anoréxica!', '¡bipolar!' o simplemente, no sabes por dónde canalizar tus inquietudes. 

Por supuesto, existe otro porcentaje de seres humanos que sí aceptan, escuchan y fomentan a que compartir tu decisión abiertamente, sin ningún tipo de problemas, objeciones ni burlas y por sobre todo, la respetan. Pero lamentablemente, son los menos y aspira más allá de que si a la persona que lo comunica le importa o influye la opinión o no. 

Con esto no se pretende hacer un comentario o exposición más acerca de lo que es o no el vegetarianismo, vegetariano, ovolactovegetariano, veganismo o vegano. Toda esa información, conceptos y concepciones se pueden encontrar en centenares de páginas webs, libros o textos fundamentados con información detallada. Lo que se pretende, y en este caso, lo que yo pretendo, es saber por qué y qué es lo que hace tan anormal y descabellado para algunos tomar este tipo de decisiones para nuestras vidas... ¿no sería más fácil (en este orden) escuchar, aceptar, informarse debidamente y no de la boca de la vecina, experimentar y después exponer su opinión? 


Es sólo una duda que tengo, nada más.  



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