viernes, 30 de enero de 2015

Elganadores: Zapallo Kabocha

Quién no se preguntó reiteradas veces cuando entró a una verduleria, visita ferias, miró programas de cocina por televisión, ¿cómo puedo cocinar, comer y disfrutar el conocido zapallo? Sí, ese que nos hace acordar al carruaje de la Cenicienta o que la mayoría de las veces es empleado despectivamente como envase o ¿recipiente? para servir comida y presentarla arriba de una mesa, como una especie de olla masiva. 

Desde este punto de vista, lo tenemos (o por lo menos yo lo tenía) relegado de mi cocina y alimentación diaria hasta que me ganó la curiosidad y opté por incluirlo en la compra diaria. Cuando lo posé sobre la mesada observé la cantidad de semillas, color y textura... quedé fascinada. Quería comerlo de forma sencilla para apreciar el sabor de la manera más natural posible; entonces, lo corté en cuartos, condimenté con especias y horneé. Sentí ansias. Lo presenté con vegetales crudos en mi plato. Lo probé... y me enamoré. 

Antes que nada, encuentro preciso comentar algunas características del mismo. En cuanto a su cultivo, lo único que especificaré es que se trata de un cultivo anual de invierno, para más información recomiendo visitar este sitio. El mayor uso se registra en en la cocina oriental, dentro de la población japonesa, en el resto del mundo se usa como reemplazante de la convencional calabaza. Su sabor es diferente al resto de las variedades: más intenso pero suave y tierno a la vez. Además de recipiente u olla, puede hornearse, asarse o simplemente hervirse y comer en trozos con alguna guarnición, como puré, sopa o como la creatividad de cada uno permita. 


En mi caso, trato de no cargarlo con demasiados complementos. Me gusta que sea el protagonista del plato y por eso lo marino antes de cocinarlo, acompaño con alguna salsa (salada o agridulce) o queso vegetal y como no puede faltar, verduras crudas. Como ejemplos viables, les comparto algunos de mis platos en donde el 'Kabochita' se lleva todos los premios. 





Nevado: horneado y con una exquisita crema blanca de albahaca (hecha a base de leche de avena). Además, utilicé levadura en copos para brindarle más sabor aún con unos tomates Ruf crudos (que también se nevaron). 














Con hierbas y algo más: también horneado con especias y hierbas de la huerta (romero, orégano, curry, páprika). Ensalada: zanahoria, cerezas y pasas de uva, condimentado con un toque de ralladura de limón.














Agridulce: hervido y luego asado. Previamente marinado en vinagreta de ajo y pasas de uva, el toque especial lo brinda el queso de mandioca gratinado. Se acompaña con ensalada de espinaca fresca y tomates. 














Con lluvia de frutos secos y semillas: marinado en vinagreta de jengibre y luego horneado. Por arriba un gratinado de queso de mandioca con mix de semillas tostadas (incluidas las del mismo zapallo), especias, hierbas y nueces. La parte cruda del plato se basa en espinaca y rúcula. 














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