martes, 23 de diciembre de 2014

Para vos será lechuga y tomate, para mí es creatividad


Así como a un reconocido abogado le pueden preguntar si en su trayectoria 'acordó' fraudulentamente alguna cuestión o a un gendarme si alguna vez aceptó una coima; más allá de cualquier pensamiento, ideología, forma o filosofía de vida, si no consumís carnes animales y/o materias primas con derivados de los mismos, seguramente fuiste víctima de la ignorante y trillada pregunta o frase: ¡¿Vos vivís a ensaladita de lechuga y tomate?!

En ese momento, habrás optado por contestar un 'no' rotundo o simplemente sentirte ofendido. Pero por el contrario, lo más saludable tanto para la persona indignada por la lechuga y tomate y para tu propia paciencia es comentar y explicar que no es así, que gracias a la naturaleza, el planeta cuenta con infinitas opciones para llevar a cabo una alimentación consciente, libre de sufrimiento, nutritiva y muy creativa. 

Por eso, en este caso nos centraremos en el último punto nombrado: la creatividad. La cantidad de verduras, frutas, legumbres, granos, semillas, algas y centenares de superalimentos que existen son verdaderamente inconmensurables y la persona que se lo propone, puede sacarles provecho y utilizarlos de la mejor manera. Hace tiempo escuché a un vegano comentar: "Desde que no consumo nada de origen animal me volví un experto en la cocina".  No sé si "experto", pero experimentado e innovador no tengo duda alguna. 

Desde pequeño, lo más probable es que te hayan inculcado casi como un principio esencial de nuestra existencia que la leche viene pura y exclusivamente de la vaca. Todo cambia cuando te das cuenta por voluntad propia de que, gracias a mamá Tierra, también disponemos de leche de almendras, leche de soja, leche de avena, leche de maní, leche de semillas y variantes para reemplazar esa antigua (y errada) leyenda urbana. Ni que hablar con los quesos vegetales, ¿quién no tuvo la curiosidad y las ganas de hacer con sus propias manos un queso alguna vez? El hecho de saber que con unos pocos ingredientes, una olla y un recipiente lo podes tener listo en tu casa en menos de cinco horas suena emocionante, por lo menos para mi.

Desde mi propia experiencia, nunca pensé encontrar algo tan original, completo y rico como el seitán. Siempre afirmo que no vivo de ensalada, tampoco de carne, pero sí de seitán. Y creo que es uno de los platos que genera más curiosidad entre la gente que no lo conoce: "¿Eso se hace con harina?", ¡increíblemente sí! y lo destacado son las propiedades que posee proveniente de la misma proteína del gluten, transformándolo no sólo en "la carne vegetal" sino también en un alimento nutritivo. 

Si haces una breve y simple reflexión, existen más hamburguesas y milanesas de tipo vegetal que animal: de soja, garbanzo, lentejas, mijo, cebada, arroz yamaní, quínoa, entre otras. Las legumbres, cereales y granos son los protagonistas y mezclados con verduras o fusionados entre si brindan una gran cantidad de opciones a la hora de hacer volar la creatividad en nuestra mente y salir de las impuestas de manera obligada por la sociedad y grandes cadenas de restaurantes de comida rápida. 

A modo de resumen, por imposición también te habrán interrogado al estilo ser humano - extraterrestre con cuestiones como: '¿Helados vegetales?', '¿Cómo haces para unir los ingredientes sin el huevo? Es imposible', '¿Comés algas?', '¿Qué es eso raro de la comida RAW?', '¿Soja texturizada, de dónde sale?',  '¿El alpiste no es para pájaros?' y muchas otras más. Tranquilidad, convicción y amor al responder: 'Para vos será lechuga y tomate, para mi es creatividad'.


lunes, 15 de diciembre de 2014

La decisión más difícil de comunicar: "Dejé de consumir carnes"


Quizás sea más sencillo y ¿aceptable? contar que ahorcamos o incineramos a algún familiar cercano, que robamos millones de dólares de un banco sin necesidad alguna, que formamos parte de un grupo de Al Qaeda o tal vez confesarle a nuestra pareja que le fuimos o somos infiel. Imaginemos la situación: la persona que lo anuncia con algún familiar, amigo, vecino, conocido, quien sea; si estamos en nuestra propia casa, el escenario es el comedor de la casa, sentados uno frente al otro o si no la habitación de tu mejor amigo, la vereda, entre otros. De fondo suena música de suspenso y entre los reunidos surgen miradas de desconcierto pero al mismo tiempo desafiantes... toda una película. Ahora, la pregunta es ¿qué es lo que ha hecho que algo tan normal se piense así aunque sea por un momento? Suena a la preparación de una especie de ritual satánico. 

Una de las frases que un alto porcentaje de padres y madres nunca quisiera escuchar de la boca de su hij@ es "Má, Pá... no voy a comer más carne". Tal cosa se transforma en un miedo infundado por parte de los progenitores al igual que siglos atrás lo era tener hijos sin casarse, decirle a tu padre -el abogado o médico más prestigioso del pueblo- que cuando terminaras el colegio querías estudiar Bellas Artes o, hasta no hace tantos años, expresarle a mamá y papá que te atraían personas del mismo sexo.

Nuestra cultura plagada tanto de creencias, costumbres y modos de vida valiosos pero así también superpoblada de estigmas y cuestiones que no deben ¿respetarse? al pie de la letra, nos inunda y  hace sentir como los subversivos del modelo actual. Por otro lado, discutimos y peleamos por nuestros derechos: de expresarnos, de opinar distinto o actuar de determinada forma siempre y cuando se respeten ciertas normas morales. Está claro que lo cultural influye, pero... ¿la diversidad de pensamientos o ideas no es también una característica de la misma sociedad? 

Después de "la gran noticia", llega la innumerable lista de preguntas, teorías o conclusiones pelotudas incoherentes sin fundamentos de las cuales siempre dudamos si están dirigidas a nosotros mismos con buenas (por desconocimiento absoluto del tema) o por malas (en calidad de ofensa hacia el prójimo) intenciones. Algunas pueden ser: 

El padre y/o madre: 'Hij@, ¿estás bien? ¿qué es lo que te pasa o molesta? ¿sos feliz? ¿no queres una consulta con un psicólogo?'  

El/la herman@: '¿Mijo? ¡eso es para pájaros!'

El abuelo: 'Pero nen@, ¿cómo no vas a comer carne? la vaca, el pollo y todos esos animalitos se hicieron para eso.' 

La abuela: 'Mi tesorito, ¿por qué no vas a tomar leche de la vaca? ¿¡no ves que si no explota la pobre!? lo mismo con la gallina que tiene que poner los huevos sí o sí' 

El tío: 'Ehhh, ¡no me vas a decir que no vas a comer la costillita jugosa que te hago!' 

La tía (preocupada): '¿Las proteínas de dónde las sacas?'

El/la prim@: '¿Leche de almendras?... ¡qué asco!' 

La/el sobrinito: Pero tí@, ¿a las plantitas no les duele también?

L@s amig@s (aparentemente incondicionales) se dividen según el sexo de la persona a la cual creen 'loca':

Si sos hombre: 'sos un puto'
Si sos mujer: '¡histérica!', '¡anoréxica!', '¡bipolar!' o simplemente, no sabes por dónde canalizar tus inquietudes. 

Por supuesto, existe otro porcentaje de seres humanos que sí aceptan, escuchan y fomentan a que compartir tu decisión abiertamente, sin ningún tipo de problemas, objeciones ni burlas y por sobre todo, la respetan. Pero lamentablemente, son los menos y aspira más allá de que si a la persona que lo comunica le importa o influye la opinión o no. 

Con esto no se pretende hacer un comentario o exposición más acerca de lo que es o no el vegetarianismo, vegetariano, ovolactovegetariano, veganismo o vegano. Toda esa información, conceptos y concepciones se pueden encontrar en centenares de páginas webs, libros o textos fundamentados con información detallada. Lo que se pretende, y en este caso, lo que yo pretendo, es saber por qué y qué es lo que hace tan anormal y descabellado para algunos tomar este tipo de decisiones para nuestras vidas... ¿no sería más fácil (en este orden) escuchar, aceptar, informarse debidamente y no de la boca de la vecina, experimentar y después exponer su opinión? 


Es sólo una duda que tengo, nada más.